Testigo de cargo, (Witness for the Prosecution, 1957, Billy Wilder)

Wilder era conocido por ser director de comedias, y cuando le hicieron una oferta para dirigir un texto de Agatha Christie en la que podía poner un toque Hitchcock, no lo dudo. A parte de los cien mil dólares más un cinco por ciento de los beneficios exigió libertad para escribir el guion. 

En primer lugar, para el papel de Sir Wilfrid Robards, el entrañable abogado defensor al borde del infarto, escogió al que el consideraba el mejor actor que ha existido nunca, Charles Laughton, y a partir de ahí construyó el personaje en torno al que giraba el guion, dándole un toque humorístico y humano pero cascarrabias. 

Para el papel que le da las pautas de humor, su enfermera, Laughton propuso a Wilder a su mujer Elsa Lanchaster. Los otros papeles protagonistas recayeron en un Tyrone Power, un galán venido a menos, y Marlene Dietrich, un mito erótico pero con 55 años. De todos ellos, Billy Wilder, un gran director de actores y actrices, sacó lo mejor. Dietrich dijo de él que era uno de los tres mejores directores con los que había trabajado. Con Charles Laughton hubo una amistad de por vida. Desafortunadamente para Tyrone Power fue su última película ya que moriría el año siguiente en España durante el rodaje de Salomón y la reina de Saba. 

El director y guionista se guardó la última parte del guion, evidentemente distinto de la obra, hasta el final del rodaje y nadie supo cual era el final hasta que se rodó. Esto se constituyó en una parte clave de la campaña de publicidad de la película "Hablarás de ello, pero por favor no cuentes el final." También la publicidad contó que Wilder obligo a la Casa Real británica, que disfrutó de un preestreno privado, ha firmar un contrato comprometiéndose a no desvelar el final. 

La película se estrenó en Londres donde se sitúa la trama, tuvo un gran éxito mundial de público y crítica, y fue nominada a seis Oscars, de los que no se llevó ninguno. Ese año arrasó El puente sobre el rio Kwai. 

Wilder consiguió su objetivo, tal como dijo cuando recibió el la novela "Quiero hacer una película de Alfred Hitchcock", y a los que dijeron que no lo habían conseguido, Hitchcock les tapó la boca cuando confesó que le habían felicitado por las calles por "Testigo de cargo" más que por alguna de sus películas.





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