Porque Hollywood está en Hollywood

En la zona de Nueva York era imposible rodar sin pagar unos abusivos canones a Thomas Alba Edison, que había organizado un ejercito de matones que se encargaban de impedir rodajes mientras no se pagasen los derechos. 


Era diciembre de 1913, a Flagstaff, Arizona llegaron en tren desde Nueva York unos tipos que querían hacer un western. Con cierta lógica habían pensado que el mejor sitio para rodar un western era el oeste, y además lo suficientemente lejos de unos matones que impidiesen el rodaje, pero allí una tormenta estaba descargando todo el agua del cielo y decidieron continuar hasta Los Ángeles, California, garantía de mejor tiempo. 

Cecil B. De Mille, un director joven y debutante, Jesse Lasky que era productor y Samuel Goldwyn, agente comercial y futuro jefe de la Metro estaban al mando del proyecto, una película titulada "El Mestizo". 

En Los Angeles les aconsejaron que el mejor sitio para rodar un western era un barrio bastante alejado de la ciudad llamado Hollywood. Cuando llegaron vieron un poco decepcionados que aquello era un desierto, pero lucía el sol que era lo que necesitaban. 

Les costó unos pocos dólares alquilar una granja donde se organizó el rodaje. La película en parte se realizó en el establo y el granero de la propia granja. Antes de que se terminara la película Goldwyn había decidido establecerse en aquella zona para hacer cine.  

Esa tormenta ocasional fue lo que hizo que esa granja que hoy es un museo fuese el primer estudio de Hollywood, "El mestizo" fuera la primera película de Hollywood, y que Hollywood sea Hollywood y no Flagstaff.



Cleopatra, (Cleopatra, 1953, Joseph L. Mankiewicz)

En primer lugar el presupuesto de la película o películas, era de dos millones de dólares pero el coste final llegó a los 44 millones y estuvo a punto de llevar a la quiebra a la productora 20th Century Fox Porque decimos películas en plural, pues la primera película que dirigió Rouben Mamoulian, aunque no concluida, y en la que se había gastado 5 millones no gustaba nada a la Fox, despidió al director. Los actores Peter Finch y Stephen Boyd no siguieron en el proyecto porque tenían otros compromisos.


Para la nueva película se contrató a Mankiewizc y al trio protagonista, Liz Taylor, Richard Buron y Rex Harrison. La actriz había firmado por 1 millón de dólares para un rodaje de 3 meses, pero este duró dos largos años y el montante que se llevó la actriz fue de 7 millones proporcionalmente la actriz mejor pagada de la historia. La actriz lució en el film 65 vestidos. Durante la filmación, Elizabeth Taylor conoció a Richard Burton y ambos tuvieron una relación amorosa muy pública.

Uno de los problemas que sufrió el rodaje fue una enfermedad que contrajo Liz Taylor y que se complicó de tal manera que hubo que hacerle una traqueotomía para salvarle la vida. En alguna de las escenas se puede apreciar la cicatriz.

La película que se empezó a rodar en Londres pero a los seis meses se decidió trasladar la grabación a Roma, en primer lugar porque Liz Taylor no terminaba de recuperarse por el clima. Un clima que estaba dañando seriamente los costosos decorados. La mayoría de ellos hubo que hacerlos nuevos para el nuevo emplazamiento.

Cuando termino el rodaje la productora despidió a Mankiewicz, pero no encontró a nadie que fuera de capaz de montar todo el material que había dejado el director y tuvo que volver a contratarlo.

La primera copia montada que entregó Mankiewicz duraba 6 horas y la productora le obligó a recortar la película hasta dejarla en cuatro horas. El director trató de convencer al estudio para dividir la película en dos partes y poder preservar la versión sin cortes. Pero no lo consiguió y ante la mala critica que había recibido la película se le obligo a montarla de nuevo y dejarla en 3 horas para la exhibición en los cines y que pudieran haber al menos dos sesiones.

A pesar de que la crítica la trató mal, la película fue la más taquillera en 1963 y ese año recaudó 24 millones, hasta un año después no logró recaudar los 44 millones que costó el film.

Todos estos problemas originaron que los estudios no se volvieran a embarcar en las macroproducciones de las conocidas como cine épico hasta casi medio siglo después.






Documental: "Selznick y Hitchcock: Duelo de titanes"

Este documental analiza la relacción de dos figuras claves en la historia del cine, el director Alfred Hitchcock y el productor David O’Selznick.
 
Fue Selznick el que animó a Hitchcock a ir a Hollywood. Empezaron a trabajar juntos, el proyecto de Selznick era una superproducción sobre el Titanic, Hitchcock traía bajo el brazo el guion para una película de acción, Rebeca, a partir de hay fue un choque constante de personalidades opuestas, y de dos maneras de ver el cine.

Walter Brennan, el "secundario" que eclipsó a las estrellas

Empezó en el cine como extra en 1923, realizando también trabajos de especialista ganando 7,50 dólares al día. Brennan apareció en unas 30 películas antes de conseguir su primer encargo cinematográfico importante. Cuando se le asignaba uno de estos papeles de personaje, preguntaba al director: "¿Con o sin?"; y se le preguntaba: "¿Con o sin qué?". Brennan se quitaba la dentadura postiza y respondía: "¡Dientes!". Al parecer, en 1932 perdió varios dientes durante un accidente en un rodaje, algunos afirmaron que le había dado una patada en la boca una mula. 

En los años 30, Brennan se convirtió en uno de los secundarios imprescindibles de cine americano participando en un gran número de películas entre ellas "Furia" (1936) de Fritz Lang, "Rivales (1936) de Howard Hawks y William Wyler, por la que obtendría su primer Oscar como mejor actor de reparto o “Kentucky” (1938) por el que obtiene su segunda estatuilla. 

La década de los 40 le traería su tercer Oscar al mejor actor de reparto por su interpretación del juez Roy Bean como un criminal dictador, a la vez astuto e ingenuo, en "El forastero" (1940) de William Wyler. Pero es en esta década en la que llena su curriculum de obras maestras del cine, en muchas de ellas siendo el protagonista real cuando estaba en escena eclipsando a Bogart, Cooper o Wayne. Entre estas grandes películas "Juan Nadie" (1941) de Frank Capra, "El sargento York" (1941) de Howard Hawks, por el que obtuvo otra nominación, "El orgullo de los Yanquis" (1942), Los verdugos también mueren (1943) de Fritz Lang, "Tener y no tener (1944) y "Río Rojo" (1948) de Howard Hawks o "Pasión de los fuertes" (1946) de John Ford. 

En los años 50, sin dejar el cine, empezó a trabajar para la televisión. Seleccionando más las película en las que participaba destacó en "Camino de la horca" (1951) de Raoul Walsh, "Conspiración de silencio" (1954) de John Sturges, "Tierras lejanas" (1955) de Anthony Mann y sobre todo una de sus mejores interpretaciones, "Río Bravo" (1956) de Howard Hughes. 

Walter Brennan, fue el actor que mas oscars ganó en el siglo XX, para la historia deja sus personaje del fiel y cascarrabias Stumpy el renqueante ayudante del sheriff que interpretaba John Wayne en Rio Bravo de Eddie, el amigo de Humphrey Bogart en "Tener y no tener" (1944) y su celebre frase "¿Te ha picado alguna vez una abeja muerta?" 

Para terminar, recordar una faceta poco conocida del genial actor: la de cantante y compositor de canciones, varias de sus canciones podían haber formado parte de las películas en la que participó.








Documental. El cine negro

 El cine negro o Film noir es un género cinematográfico que narra un hecho que bien podría aparecer en cualquier página de sucesos. Pero no solo es lo que narra sino como lo hace. El film noir se asocia a un estilo visual donde se crea una atmosfera dramática a base de clarooscuro y sombras. 

Gangster o delincuentes y detectives o policias suelen ser sus protagonistas y su época dorada fueron los años 40 y 50. Muchas películas de ese estilo y esa época han pasado a la historia del cine como obras maestras.



Duelo: Chaplin contra Keaton

Este documental nos muestra a dos grandes genios del cine, Charles Chaplin y Baster Keaton, o si prefieren Buster Keaton y Charles Chaplin, porque de eso trata, de su rivalidad por ocupar el primer puesto en el ranking de cómicos de los primeros años del cine.

Aunque rivales, nunca fueron enemigos, todo lo contrario sentían un gran respeto por sus trabajos y una admiración mutua.

Con diferentes estilos a la hora de hacer sus películas, cada uno escogió su personaje y lo llevó a la fama. Ambos grandes actores y directores fueron pioneros en el cine y forman parte de su historia en un lugar destacado.




Testigo de cargo, (Witness for the Prosecution, 1957, Billy Wilder)

Wilder era conocido por ser director de comedias, y cuando le hicieron una oferta para dirigir un texto de Agatha Christie en la que podía poner un toque Hitchcock, no lo dudo. A parte de los cien mil dólares más un cinco por ciento de los beneficios exigió libertad para escribir el guion. 

En primer lugar, para el papel de Sir Wilfrid Robards, el entrañable abogado defensor al borde del infarto, escogió al que el consideraba el mejor actor que ha existido nunca, Charles Laughton, y a partir de ahí construyó el personaje en torno al que giraba el guion, dándole un toque humorístico y humano pero cascarrabias. 

Para el papel que le da las pautas de humor, su enfermera, Laughton propuso a Wilder a su mujer Elsa Lanchaster. Los otros papeles protagonistas recayeron en un Tyrone Power, un galán venido a menos, y Marlene Dietrich, un mito erótico pero con 55 años. De todos ellos, Billy Wilder, un gran director de actores y actrices, sacó lo mejor. Dietrich dijo de él que era uno de los tres mejores directores con los que había trabajado. Con Charles Laughton hubo una amistad de por vida. Desafortunadamente para Tyrone Power fue su última película ya que moriría el año siguiente en España durante el rodaje de Salomón y la reina de Saba. 

El director y guionista se guardó la última parte del guion, evidentemente distinto de la obra, hasta el final del rodaje y nadie supo cual era el final hasta que se rodó. Esto se constituyó en una parte clave de la campaña de publicidad de la película "Hablarás de ello, pero por favor no cuentes el final." También la publicidad contó que Wilder obligo a la Casa Real británica, que disfrutó de un preestreno privado, ha firmar un contrato comprometiéndose a no desvelar el final. 

La película se estrenó en Londres donde se sitúa la trama, tuvo un gran éxito mundial de público y crítica, y fue nominada a seis Oscars, de los que no se llevó ninguno. Ese año arrasó El puente sobre el rio Kwai. 

Wilder consiguió su objetivo, tal como dijo cuando recibió el la novela "Quiero hacer una película de Alfred Hitchcock", y a los que dijeron que no lo habían conseguido, Hitchcock les tapó la boca cuando confesó que le habían felicitado por las calles por "Testigo de cargo" más que por alguna de sus películas.





El diablo dijo no, (Heaven can wait, 1942, Ernst Lubitsch)

Es Lubitsch, y cuando alguien dice que es una obra menor, a lo que se refiere es que no es una obra maestra, pero Lubitsch no defrauda nunca.

En "El diablo dijo no", están todos los ingredientes del cine de Lubitsch. La película suma romance, comedia y drama, y el resultado es un film maravilloso.

Se hace raro ver una película de Lubitsch en color, pero se agradece y mucho cuando se ve como deslumbra Gene Tierney en Technicolor. Uno de los aciertos de la película es la elección de la pareja protagonista Don Ameche y Gene Tierney con una química espectacular, y del reparto encabezado por un Charles Coburn adorable y un grupo de secundarias y secundarios esplendidos.

Aunque el título original es "Heaven can wait" y en algunos países se optó por la traducción literal, "El cielo  puede esperar", en España teniendo en cuenta que es el diablo el que juzga, se tituló "El diablo dijo no".

Sinopsis, puede contener spoiler

Cuando muere Henry Van Cleve (Don Ameche), inesperadamente se encuentra con el diablo quien le revisa lo que ha hecho en su vida para juzgarlo o perdonarlo. Entonces empieza a contar su vida desde niño sus excesos con las bebidas y las mujeres. Después, cuando conoció a su mujer Martha Strabel (Gene Tierney) y todo da un giro de ciento ochenta grados que le hace cometer otras faltas. Tras contar toda su vida, el diablo le perdona de las llamas del infierno y le admite la entrada al cielo al lado de sus seres queridos.





En un lugar solitario (In a lonely place, 1950, Nicholas Ray)

Una frase resume la historia “Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó, y viví el tiempo que me amó”.

En un lugar solitario no es lo que parece. Nicholas Ray dirige una historia que se nos presenta como cine negro pero que realmente es un drama romántico.

El ambiente que se crea es el de una película noir que juega con el suspense de un asesinato, mostrando como posible culpable a un personaje desequilibrado, un impresionante Humphrey Bogart en una de sus mejores actuaciones, al menos en la caracterización más compleja de su carrera, de la que sale con nota. Bogart, por medio de su compañía Santana, es el productor. 

El contrapunto se lo da Gloria Grahame, espectacular y radiante, un personaje que nos enamora por su belleza y su carácter. En el aspecto personal la actriz vivió cambios importantes durante el rodaje ya que al empezar la película estaba casada con el director, durante la filmación supo que estaba embarazada y antes de que finalizase la producción se habían separado.

La película adapta una novela de la escritora estadounidense Dorothy B. Hughes publicada en 1947, aunque a diferencia de lo que sucede en la novela,  la película toma una dirección radicalmente diferente y, de alguna manera, acaba en un destino más duro para los protagonistas.

El artículo a partir de aquí por detalles del argumento puede contener spoiler.

Steele, el personaje que interpreta Bogart, tiene una última oportunidad de hacer un guion a partir de un libro pésimo. Una joven encargada de un guardarropa se ofrece a ir a su casa a contarle el argumento para que el pueda decidir si se hace cargo del guion o no. El guionista, con fama de violento y propenso a las broncas, es el último que vio con vida a la chica que esa misma noche es asesinada y por lo tanto es el principal sospechoso. 

Gloria Grahame, que aquí no es tanto una femme fatale como una mujer con las ideas muy claras, que controla su vida, se enamora y se da cuenta de que es un error que tiene que solucionar. Con su belleza y su carácter inspira al guionista que lleva tiempo sin éxito, además de la inspiración le ofrece mintiendo la mejor coartada y así nace una apasionada relación . Pero a ella le surge la misma duda que el director nos crea a los que estamos viendo la película, ¿y si el protagonista es el asesino?, quien mejor que un guionista en busca de una historia para matar y deshacerse del cuerpo en un lugar solitario.

La obra maestra de Nicholas Ray nos deja una escena para la historia del cine clásico que nos lleva al limite de la duda. Bogart conduciendo con una mano a toda velocidad, su otro brazo alrededor del cuello de Gloria Grahame mientras con frialdad hace su hipótesis sobre el asesinato. ¿La hipótesis es fruto de la mente de un guionista, o de un asesino?




Harold Lloyd, el otro grande del cine cómico mudo

Su reputación estaba subiendo rápidamente. Hasta ese momento no había alcanzado la fama de Chaplin o Keaton, pero había encontrado esa imagen que le iba a dar la posibilidad de dejar de ser el tercero en discordia. 

Desde muy pequeño se sintió atraído por el mundo del teatro. Con doce años empezó a trabajar como vendedor de caramelos y acomodador. Luego fue entrando poco a poco en el mundo del cine,  encargado de atrezo, ayudante del director de escena y extra. Pronto con su amigo y socio Hal Roach empezó a rodas sus propias películas en las que imitaba a Chaplin. Le llevó algún tiempo encontrar su personaje, un hombre ingenuo con gafas redonda y sombrero, pero que el público recibió muy bien porque tal como quería Lloyd, veían en él a alguien que conocían, un amigo, un vecino... era un personaje próximo al que le ocurrían cosas comunes pero muy divertidas.

Harold Lloyd era algo más que un actor, era un autentico acróbata que se jugaba el tipo en cada película, esquivando coches o colgándose de un reloj en un rascacielos. Cuando su popularidad estaba en pleno apogeo y dispuesto a disputarle a Chaplin y Keaton el título de mejor cómico sufrió un terrible accidente. No fue rodando una película sino una campaña de publicidad. En pleno rodaje le explotó una bomba en las manos. La explosión le quemó la cara y le dejó sin vista temporalmente, y lo peor es que le voló varios dedos de la mano.

La recuperación le llevó más de un año, pero cuando volvió no consintió que nadie le mencionase el accidente como una desgracia. Junto a su amigo Hal Roach y un entonces fabricante de guantes Sam Goldfish, que años más tarde se cambiaría el nombre y se dedicaría a la producción con el nombre de Samuel Goldwyn, consiguieron entre los tres crear una prótesis que le permitía prácticamente hacer lo mismo que antes.

Su personaje como muchos del cine mudo no soportaron el paso al cine sonoro y junto a la gran depresión supuso el final de Harold Lloyd. Había rodado más de 150 películas de las que era el único poseedor de sus derechos. Cuando se retiró se dedicó a su otra gran afición, la fotografía, al ser un personaje famoso muchos artistas posaron para él, entre ellas Marylin Monroe o Jayne Mansfield. También colaboraba con varias organizaciones benéficas.

En 1952 se le concedió una estatuilla honoraria como “maestro de la comedia y buen ciudadano”. Pasaban los años y varias generaciones no conocían su cine porque no permitía que sus películas se exhibiesen en televisión por los cortes publicitarios. Finalmente accedió a que en 1962 se hiciera una retrospectiva de su filmografía en Cannes y se convirtió en todo un acontecimiento. 

Falleció en 1977 conociendo el reconocimiento público que durante años se le había negado.





Fritz Lang, su primera etapa alemana y su huida a Hollywood

Fritz Lang se casó en 1922, por segunda vez con Thea von Harbou, la que había sido su amante hasta la trágica y misteriosa muerte de su primera mujer Elisabeth Rosenthal. 

Thea era una gran guionista y juntos formaron una de las parejas cinematográficas más fructíferas del cine. Ambos escribieron juntos los guiones de las mejores películas alemanas de Lang, la epopeya de los Nibelungos, Metrópolis, o M, el vampiro de Düsseldorf, todas ellas partiendo de ideas de Thea. 

La última película que hicieron juntos fue El testamento del Dr. Mabuse (1933), entre ellos ya existían grandes diferencias. La película fue prohibida por su mensaje crítico con el autoritarismo. Hitler ya había llegado al poder y Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi que admiraba su cine le propuso hacerse cargo de dirigir la industria del cine alemán. El director, atónito, respondió que su madre era judía y que varias de sus producciones habían sido abiertamente criticadas por los nazis. "Nosotros decidimos quién es ario y quién no", le replicó Goebbels.

Su mujer la animó a hacerse cargo del puesto y eso solucionaría sus problemas, pero el director no se lo pensó dos veces y como les ocurrió a otros colegas judíos (Billy Wilder, Robert Siodmak, Max Ophüls), se vio obligado a marcharse a Francia como paso previo a su viaje a Hollywood. 

La huida de Lang supuso una contrariedad para los planes de Hitler y Goebbels con respecto a la industria cinematográfica alemana y su proyecto de utilización de películas de propaganda como punta de lanza en Europa para el reconocimiento, admiración y expansión del régimen de la Alemania nazi. 

Su esposa no acompañó a Fritz Lang. Thea Von Harbou se divorció de Lang, se afilió al partido nazi y comenzó una prolífica etapa como cineasta del régimen, incluyendo dos filmes como directora. 

Los exiliados intelectuales alemanes y Lang entre ellos tuvieron muchos problemas para asentarse en Estados Unidos. Sus trabajos en Alemania no eran reconocidos y sin medios ni recursos económicos tuvieron que empezar de cero ayudados por comités de alemanes para exiliados. 

Después de un breve paso por Francia donde hizo una película Liliom, con Charles Boyer, que pasó con más pena que gloria, en junio de 1934 Lang llegó a Hollywood como invitado por David O. Selznick. Había firmado un contrato por un año para la Metro Goldwyn Mayer. Pero ese primer año lo pasó sin trabajo. En 1936 se le dio una oportunidad, Fritz Lang dirigió a Sylvia Sidney, Spencer Tracy y Walter Brennan en la película Fury. Era la primera de las cuatro películas anti nazis que el director realizó en Hollywood y la primera de una serie de grandes películas. 

Fritz Lang había llegado a Hollywood para convertirse en uno de los mejores directores de la historia del cine.



Debbie Reynolds, amor por el cine.

Además de por sus películas, sobre todo por Cantando bajo la lluvia. Debbie Reynolds se hizo famosa por su amorosa fascinación de coleccionar todo lo relacionado con el cine. Afición que trasmitió a su hija Carry Fisher, juntas intentaron crear un museo en Hollywood que no salió adelante por la falta de apoyos. Durante un tiempo su colección se expuso en el hotel de su propiedad en Las Vegas, pero una situación económica crítica obligo a desprenderse del hotel antes que de su colección. 

Además de miles de artículos, la colección incluía más de 3500 vestidos y unas 20.000 fotografías. Pero no eran cosas sin importancias, era la historia del cine en sí misma. Los vestidos de Judy Garland en “El mago de Oz“; Audrey Hepburn en “My Fair Lady“, y la túnica de Charlton Heston en “Ben Hur”, el bombín de Charlie Chaplin, el vestido de Marilyn Monroe en “La tentación vive arriba“, o el de Vivien Leight en “Lo que el viento se llevó“; los zapatos de Judy Garland en “El mago de Oz“; el abrigo de piel de Orson Welles en “Ciudadano Kane“, trajes de Cary Grant, Frank Sinatra o Fred Astaire; la peluca de Harpo Marx o cámaras y equipos de rodaje de películas míticas, incluyendo material para los efectos especiales de “La Guerra de las Galaxias“, entre otros miles de maravillosas cosas, formaban parte de la colección Reynolds.  

Debbie intentó vender la colección completa a la academia de cine de los Estados Unidos, pero no hubo un acuerdo. Su trabajo, al recopilar y cuidar esas piezas, logró que miles de estos objetos se salvaran de una muy posible desaparición, aunque finalmente subastó parte de la colección para poder mantener el resto. 

El día 27 de diciembre de 2016 Carrie Fisher falleció como consecuencia de un infarto a los 60 años. Al día siguiente, falleció su madre, Debbie Reynolds por un derrame cerebral consecuencia del shock por la muerte de su hija. Una parte de las cenizas de Carrie fueron depositadas junto a su madre por voluntad de ambas. 

 El resto de la colección fue subastado por Todd Fisher, hijo de Debbie y hermano de Carrie, tras ambos fallecimientos. Todd subastó 1.500 recuerdos personales, entre los que se encontraban la casa en la que vivieron juntas, el vestido de seda que Debbie llevó en Cantando bajo la lluvia, los zapatos rojos de rubíes que llevó Judy Garland en su papel de Dorothy en El mago de Oz, y todo fue donado a organizaciones benéficas.  

Enlace del catalogo de la colección Reynolds.


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Debbie Reynolds, la actriz del musical que no sabía bailar.

Un día estaba en el comedor del estudio cuando apareció el chico de los recados gritando su nombre. “Me llamaron al despacho de Louis B. Mayer” –explicaba la actriz– “Yo era una niña y fui corriendo a su oficina muerta de miedo. Y me dijo: “Debbie quiero que actúes en Cantando bajo la lluvia”. Yo le dije que por supuesto. “Es con Gene Kelly” me advirtió y yo asustada le contesté que no sabía bailar. Pero me dijo: “Bailarás”. 

La verdad es que Gene Kelly se puso furioso cuando se enteró de que su partener no sabía bailar. A Reynolds le dieron tres meses para "aprender a bailar". Tres profesores se alternaban para darle clases particulares. "Bailaba ocho horas al día, sin parar", escribe en sus memorias. Se sentía tan frustrada que lanzaba sus zapatos de claqué contra el espejo, haciéndolo añicos. Se pasaba todo el tiempo en el estudio conteniendo las lágrimas. Y entonces... "Un día estaba tumbada bajo el piano sollozando cuando oí una voz que me preguntaba: "¿Por qué lloras?". Desahogó su frustración: "Siento que me voy a morir, es muy duro. No puedo... no puedo...". Debbie Reynolds sólo tenía 19 años.

La voz la calmó suavemente. Levantó la vista y vio a Fred Astaire, de pie junto al piano, con preocupación en su rostro. Le dijo que él también se frustraba y se enfadaba, y la invitó a ver un ensayo con Hermes Pan mientras preparaban la boda real. Ella vio lo mucho que trabajaba y salió del estudio sintiéndose menos sola. 

Fred Astaire trabajó con Debbie Reynolds y le enseño los pasos fundamentales antes de que el propio Gene tuviera que hacerse cargo de ella. “Gene Kelly era un gran profesor, muy exigente, muy duro” –recordaba la actriz en una entrevista– “No me iba ni a casa, prácticamente dormía en el estudio y trabajé como una loca para estar a la altura. El número de Good Morning, de cuatro minutos de canto y baile en el que participan las tres estrellas de la película (Kelly, Reynolds y Donald O'Connor) tardó 15 horas en salir bien. Al final, los pies de Reynolds sangraban y apenas podía moverse. Los asistentes la llevaron a su camerino y los médicos la pusieron en reposo durante dos días. 

"Tardamos un año y medio en hacer la película pero para mí bailar con esos dos caballeros fue un gran reto. Y estoy orgullosa porque hice un buen trabajo.” Es cierto que lo hizo y Debbie puso también su granito de arena para que “Cantando bajo la lluvia” acabara siendo una de las mejores películas de todos los tiempos.



El centenario de Luis G. Berlanga y un secreto bien guardado

El centenario de Luis G. Berlanga y un secreto bien guardado


Durante el franquismo, el cine independiente sobrevivió en España gracias a las tres B, Buñuel, Bardem y Berlanga. Los tres directores vivieron en una lucha constante contra la censura.

Celebramos el centenario de uno de ellos, Luis García Berlanga

A finales de los años 40 Berlanga se había graduado en la escuela de cine de Madrid, y en 1951 dirigió su primera película, Esa Pareja Feliz. Pero fue su segunda película, ¡Bienvenido, Mr Marshall!, en 1953, la que consolidó la reputación de Berlanga y ayudó a abrir un nuevo capítulo en el cine español. Ambientada en un pequeño pueblo de la campiña española, la película cuenta de forma hilarante cómo reaccionan las autoridades y otras personas ante la perspectiva de que Mister Marshall venga a España a repartir personalmente sus millones.

 "Mis películas tratan sobre el fracaso", dijo Berlanga en una ocasión. "Tratan sobre individuos que ven una oportunidad de salir del lío en el que están metidos y se proponen aprovechar esa oportunidad, pero siempre fracasan, porque de todas formas era una ilusión". En el proceso, sin embargo, los antihéroes de las películas de Berlanga se meten en un sinfín de entretenidos líos, y al final dejan al espectador con un sentido de respeto y compasión.

Calabuch de 1956, cuenta la historia de una fuga fracasada, la de un sabio que huye con sus secretos hasta el pueblo mediterráneo de Calabuch, un sitio maravilloso porque la gente se limita a vivir con amistad y humor.

En 1961, Plácido, una sátira sobre un hombre pobre invitado a cenar en una casa rica en Nochebuena, fue nominada al Oscar a la mejor película en lengua extranjera. 

Quizás el ejemplo más extremo de la visión cómica de Berlanga sobre un personaje que intenta cambiar sus circunstancias aceptando un reto improbable fue El verdugo, de 1963, en la que lo último que quiere hacer el personaje del título es matar a alguien. Aquí, como en sus otras películas, el humor de Berlanga era negro y amargo; como afirmaba con orgullo, fue el director de cine que más veces fue llevado ante los censores de Franco para explicar sus intenciones. 

Tras la muerte de Franco, en 1975, Berlanga dirigió una trilogía de películas en las que se abordaban con ironía las esperanzas e ilusiones que suscitaba la transición al régimen democrático: La Escopeta Nacional (1978), Patrimonio Nacional (1981) y Nacional III (1982)

También en sus películas mostró cómo las pasiones solitarias pueden atraer a los individuos a mundos extraños, como en Grandeur Nature (Tamaño natural), un largometraje de 1973 en el que el actor francés Michel Piccoli interpretaba a un hombre que prefiere una muñeca hinchable a luchar con una mujer de carne y hueso.

La vaquilla  de 1985  obtuvo enorme popularidad. El director valenciano ofrece una visión de la guerra civil española mediante una comedia protagonizada por un grupo de soldados republicanos infiltrados en la zona nacional 

Luis García Berlanga falleció a los 89 años por causas naturales el 13 de noviembre de 2010.

En 2008, teniendo ya un delicado estado de salud, depositó en la Caja 1.034 de las Letras del Instituto Cervantes de la calle Alcalá un sobre donde contenía un secreto, el cual pidió que no se revelase hasta el 12 de junio de 2021, cuando se cumpliera el centenario de su nacimiento. 

Hoy el secreto ha sido revelado, dentro del sobre había un guion inédito “Viva Rusia”



Chantaje en Broadway (Sweet Smell of Success, 1952, Alexander Mackendrick)


"Calumniad con audacia, siempre quedará algo", Francis Bacon
 
Chantaje en Broadway (Sweet Smell of Success), Dirigida por Alexander MacKendrick en 1957, se basa en la adaptación de una novela corta de Ernest Lehman, El dulce sabor del éxito. El mismo Lehman junto al dramaturgo Clifford Odets, se encargaron del guión. La película es un ensayo sobre la ambición, los juegos sucios de los que poseen el poder , la mentira y la envidia. El tema es atemporal y también ubicable en cualquier parte del mundo y en cualquier ámbito de la vida pública.

Burt Lancaster hizo de su producción algo personal y se reservó el papel fantástico del malo de la película, un personaje basado supuestamente en el influyente columnista de chismes de Broadway en los años treinta Walter Winchell, un hombre cuya reputación e influencia le permitía hacer y deshacer. Burt Lancaster, está espléndido pero lo secunda en el que posiblemente sea uno de los mejores papeles de su carrera, Tony Curtis como un agente de prensa ambicioso capaz de cualquier cosa.

Chantaje en Broadway, puede calificarse como cine negro, pero no hay que esperar disparos o persecuciones. El tono Noir se lo dan la violencia psicológica, la envidia, la mentira, la corrupción, el cinismo. Todo lo malo que puede tener el poder y la sociedad se impone a través de diálogos. Realmente te hace dudar quien es mas malo si el capo que señala a quien hay que matar o el periodista que calumnia en su artículo o programa de radio. El film está excepcionalmente fotografiado en blanco y negro por James Wong Howe, No hay escenarios artificiales, está rodada en las localizaciones reales en los que transcurre la historia, clubs nocturnos y apartamentos de lujo.

Recordemos que Estados Unidos vivía una época que se regía por la ley mordaza, el macartismo o la caza de brujas donde una acusación o difamación llevaba a un interrogatorio y a continuación a una lista negra. Posiblemente este fuera el motivo por el que no fue bien acogida la película, que con el tiempo se convirtió en un clásico.

El ritmo de la película lo pone en parte una inmensa banda sonora que corre a cargo de Elmer Bernstein que, junto a la música de jazz del Chico Hamilton Quintet, nos sitúa en el mundo de la noche de Manhattan.

Sinopsis. Puede contener spoiler

El columnista estrella de The New York Globe, J.J. Hunsecker (Burt Lancaster), hombre tiránico y megalómano que disfruta del poder que le proporcionan los artículos de su columna diaria, Los ojos de Manhattan, y de su programa de radio, en los que juega sin remordimiento alguno con la vida de los demás, no acepta la relación amorosa de su joven hermana (Susan Harrison) (con la cual mantiene un sutil vínculo cercano a lo incestuoso) con un músico de jazz. Hunsecker pondrá todo su empeño en romper dicha relación, haciendo uso de su poder y ayudado por un joven ambicioso y falto de escrúpulos con tal de alcanzar la cima, el agente de prensa Sidney Falco (Tony Curtis). El resultado será dramático para todos.




Bombshell: La historia de Hedy Lamarr

En este documental conocerás una de las vidas mas apasionantes del siglo XX. La vida de Hedy Lamarr

"Cualquier mujer puede parecer glamurosa, lo único que tiene que hacer es quedarse quieta y parecer estúpida" con esta frase de Hedy Lamarr comienza el documental Bombshell. 

El documental de Alexandra Dean descubre a una increíble mujer. Protagonizó el primer desnudo de la historia del cine, y la huida de un esposo maltratador que construía armas para los fascismos europeos. Cuando llegó a Hollywood evitaba en lo posible el glamour, se encerraba en su laboratorio para desarrollar un invento que podría haber cambiado la guerra mundial y que cambió el futuro de las comunicaciones.








Los mejores números musicales del cine. Cabaret

 Cabaret. 1972. Cabaret




Cabaret. 1972. Money




Cabaret. 1972. Main Herr



Cabaret. 1972. Maybe this time





El acuerdo de Kirk Douglas con Franco para rodar Espartaco en España

Howard Fast colaboraba con Joint Anti Fascist Refugee que prestaba ayuda a refugiados comunistas huidos de la Guerra Civil Española. El escritor fue encarcelado por el comité de Actividades Antiamericanas por negarse a revelar los componentes de la organización. En los meses que estuvo en prisión Howard escribió la historia de un esclavo que se levantó contra la República de Roma. Espartaco. 


Kirk Douglas decidió llevar al cine la historia que escribió una víctima de la caza de brujas, Howard Fast, y no solo eso, en los títulos de créditos apareció un nombre que hasta entonces se había tenido que ocultar bajo seudónimos por ser otra de las víctimas del macartismo, Dalton Trumbo. 
Fast había escrito la historia, Trumbo era el guionista, Douglas producía y protagonizaba, y para la dirección se contrató a Kubrick, un novato en las superproducciones. 

Para las escenas del ejército romano y de esclavos se iban a necesitar muchos extras y Douglas llegó a un acuerdo con el gobierno de España para que sus militares desempeñaran ese papel. En 1959 varias poblaciones de Guadalajara y Madrid se convirtieron en un gran plató, siendo Colmenar Viejo el lugar elegido para ser el centro de la gran batalla. 

Según cuenta Kirk Douglas en Yo soy Espartaco: “El generalísimo fascista Francisco Franco ordenó a su ministro de Defensa cancelar el proyecto cuando nuestro equipo ya había llegado a Madrid. Tras una serie de negociaciones frenéticas —que, según me enteré posteriormente, incluyeron un pago en efectivo realizado directamente a la organización benéfica de la esposa de Franco—, el rodaje volvía a ponerse en marcha. Contratamos a 8.500 soldados españoles, a los que pagábamos ocho dólares diarios, para que representaran el papel tanto de soldados romanos como de esclavos rebeldes. La única orden que dio Franco fue que no se autorizaba que ninguno de sus soldados muriera en la película. No es que le preocupara mucho su seguridad, simplemente no quería que nosotros hiciéramos que pareciera que moría ningún soldado, era el orgullo español. Aceptamos la condición de Franco, y Kubrick rodó unas secuencias extraordinarias”. 

La producción costó 12 millones de dólares, el doble del presupuesto inicial. Contó con un reparto de lujo Kirk Douglas, Laurence Olivier, Jean Simmons, John Gavin, Charles Laughton, Peter Ustinov, y Tony Curtis. Peter Ustinov ganó uno de los cuatro Oscars que se llevó la película, optaba a seis. Recaudó más de 60 millones y se convirtió en una de las películas más famosa de la historia del cine.




The day the clown cried (1971, Jerry Lewis)

Pocos han visto la película que ha desaparecido y nadie sabe dónde está. Tampoco se sabe el motivo de la desaparición, algunos dicen que por el desagradable tema, pero la mayoría opinan que es por su baja calidad. Lo cierto es que fue el proyecto que escogió Jerry Lewis para cambiar de registro en vista de su decadente carrera. 

Lewis había sido encasillado en un tipo muy concreto de comedia, ya no hacía gracia por la repetición en su tipo de personajes, y tenía que dar un giro a su carrera y necesitaba un papel que le alejara de la comedia tanto como fuera posible. En 1971, un productor húngaro le ofreció el papel protagonista en "The day the clown cried", y aceptó. Cuando se incorporó al rodaje se encontró con que no había nada, la película no se podía rodar porque los derechos sobre el libro habían expirado. La película tampoco tenía director y por si fuera poco, el argumento en aquella época era demasiado arriesgado. 

Jerry Lewis tenía dos opciones, volverse a Estados Unidos o implicarse en el proyecto. Pagó los derechos del libro, asumió la dirección del film, reescribió el guion y produjo la película. Cuando se anunció el estreno en el festival de Cannes de 1973, se encontró con impedimentos legales, por un lado el productor Nathan Wachsberger reclamaba la propiedad de la película y retuvieron la copia original por la que Lewis pagó 600.000 dólares, y por otro los guionista originales habían registrado su idea y denunciaban que los cambios alteraban significativamente su obra. Lewis tiró la toalla y decidió no estrenar su película. 

Algunos elegidos pudieron verla en pases privados del actor y quedaron sorprendidos por el tema, un payaso que entretiene a los niños judíos en un campo de concentración y que acompaña a estos con sus bromas y chistes en su último camino hasta la cámara de gas. La mayoría coinciden en una calidad pésima de la película, donde se aprecia cierta improvisación y la utilización de actores no profesionales. 

Los rumores dicen Jerry Lewis dejó en su herencia la única copia a la biblioteca del congreso en 2015 para que fuera estrenada nunca antes de 2024. Tal vez nunca se llegue a ver, pero si se estrena tiene todos los ingredientes para convertirse en una obra de culto.




El halcón maltés, (The Maltese Falcon, 1941, John Huston)

"El material con el que se forjan los sueños" 
Al ser preguntado de que material estaba hecho el halcón, Samuel Spade (Humphrey Bogart) pronuncia la famosa frase que no aparecía en la novela de Dashiell Hammett pero que fue clave en la promoción de la película. 


En su primera película John Huston adaptó la novela con una gran fidelidad pero imprimiendo al film un trepidante ritmo. El papel principal era para George Raft pero se negó a trabajar con un director novato y Humphrey Bogart se enfundó en el papel del intrépido detective Sam Spade. 

Bogart tenía 42 años y veía como poco a poco se alejaban sus posibilidades de triunfar en Hollywood. Su participación en El halcón Maltés, lo cambió todo. 

Huston que se había ganado fama como guionista, ya había trabajado con Bogart en El último refugio, y recibió con agrado que fuese el protagonista de su película de debut como director. La película era un gran riesgo ya que era la tercera versión del libro, y las dos anteriores habían sido estrepitosos fracasos. 

Junto a Bogart, completaban el reparto, Peter Lorre que había alcanzado cierta fama, la atractiva Mary Astor, y un actor consagrado en el teatro pero que también debutaba en el cine, Sydney Greenstreet. 

La dirección de Huston no era la de un novato, tenía todo bajo control. Entre el director y Bogart surgió una amistad que duraría toda la vida, porque para los dos esta película supuso un punto de inflexión en sus carreras. 

La película fue un rotundo éxito de público y crítica. A John Huston le supuso dos nominaciones a los Oscars, a la mejor película y al mejor guion. Bogart consiguió el status de superestrella, no era el prototipo de galán pero si el hombre que todos admiraban, porque como dijo el escritor de novela negra Raymond Chandler, "Bogart no necesita un revólver para parecer un tipo duro" y a pesar de eso se enamoraba de la chica y lo arriesgaba todo.





Traidor en el infierno (Stalag 17, 1964, Billy Wilder)

Traidor en el infierno está basada en la obra de Broadway Stalag 17, escrita por Edmund Trzcinski y Donald Devan, quienes fueron prisioneros de guerra en el Stalag 17B junto a otros cuarenta mil militares, en su mayoría rusos, polacos y checos. En Nueva York se estrenó en 1951, producida y dirigida por José Ferrer y tuvo éxito inmediato, con más cuatrocientas presentaciones. 


Wilder y Edwin Blum hicieron muchos cambios respecto a la obra original sobre todo en el personaje principal que interpretaría William Holden y su modo de sobrevivir en el stalag, también en la forma tan visual de comunicación entre el topo y los alemanes. 

Trzcinski obtuvo un pequeño papel en la película como uno de los prisioneros. Otros que también pasaron de Broadway a Hollywood con su personaje fueron Robert Strauss y Harvey Lembeck, quienes en sus papeles respectivos de Animal y Shapiro llevan todo el peso cómico del filme. Lo de poner humor dentro de un campo de concentración no lo inventó Roberto Benigni, Wilder es capaz de sacar unas sonrisas dentro del dramatismo de la historia. 

El personaje protagonista, un caradura que se aprovecha de las circunstancias, no le gustaba a Holden y se negó a hacerlo. Wilder fue rotundo y no iba a modificar el personaje para hacerlo más agradable al público. Se planteo el cambio de actor para el papel de Sefton pensando en Kirk Douglas o Charlton Heston, pero finalmente los estudios obligaron a Holden a cumplir el contrato y esto le supuso un Oscar. 

A parte de las imposiciones al actor, la compañía quiso cambiar la ubicación del campo de concentración y sacarlo de Alemania por intereses de promoción, Wilder se negó en rotundo amenazando con abandonar el proyecto. El director de origen judío había perdido parte de su familia, su madre entre ellos, en los campos de exterminio nazi. 

Un amigo personal de Wilder, el también director Otto Preminger, comentó la desesperación que sentía cuando algunos actores no se sabían los papeles en sus películas, Billy Wilder le desafió a que actuase, Preminger aceptó la apuesta y se jugaron una lata de caviar por cada error que tuviese. Wilder tuvo caviar para una temporada, además de compartir con el reparto. 

Lo paradójico fue el papel que le asignó al director de origen judío, Otto Preminger , el del máximo responsable del campo de concentración, el coronel nazi Oberst Von Scherbach. La película fue un éxito comercial, pero la Paramount decidió no pagar completos los honorarios de Wilder por las perdidas de su anterior película, eso significo la ruptura de Wilder con la compañía después de su siguiente película. 

Sinopsis.  

En un campo de prisioneros alemán, dos sargentos americanos intentan llevar a cabo una fuga, pero son acribillados por los alemanes que les estaban esperando. Los prisioneros empiezan a sospechar que hay un topo en el barracón que informa a los nazis, y se llega a la conclusión de que éste es el sargento Sefton que canjea con los alemanes provisiones y tabaco.




Maureen O'Hara, la estrella que denunció a Hollywood

Este es el extracto de una noticia que el periódico The Mirror publicó el 27 de mayo de 1945. 

"La estrella de cine irlandesa Maureen O'Hara acusó hoy a productores y directores de Hollywood de llamarla 'una patata fría sin atractivo sexual' porque se niega a permitir que hagan el amor con ella, según el corresponsal neoyorquino del Mirror.

'Estoy tan harta de eso que estoy dispuesta a retirarme de Hollywood', dice Maureen. 'Se ha vuelto tan insoportable que odio venir a trabajar cada mañana'. 

'Soy una víctima indefensa de una campaña de descrédito en Hollywood. Por no haber permitido que el productor o el director me besen cada mañana o me toqueteen, han contado por toda la ciudad que yo no soy una mujer, sino una fría estatua de mármol. Supongo que Hollywood seguirá sin considerarme otra cosa que no sea un frío trozo de mármol hasta que me divorcie de mi marido, abandone a mi bebé y ponga mi nombre y fotografía en todas las portadas. Si esa es la idea que Hollywood tiene de lo que debe ser una mujer, estoy preparada para marcharme ahora". 

La actriz pelirroja fue la primera en denunciar el abuso, algo que en el cine era tan antiguo como su historia.

Maureen O'Hara murió en 2015 sin ver como nacía el movimiento Me Too sólo unos meses después de su muerte.



Hedy Lamarr y un beso por un millón y medio (Hedy Lamarr 4/4)

Hedy Lamarr había inventado el salto de frecuencia junto al músico George Antheil y después de pasar por el consejo de inventores lo patentaron. El mismo presidente del consejo aconsejó la aplicación de este invento al ejército de los Estados Unidos. Cuando Antheil, amigo de un militar de alto rango consiguió entrevistarse con la marina, la respuesta fue que dudaban que algo así se pudiera integrar en un torpedo. Ante esta respuesta repitieron el intento esta vez con Hedy Lamarr para intentar convencerles. La respuesta fue que ni ellos, ni los militares que lo usaran confiaban en el invento de una mujer y terminaron con un consejo: “Señorita, si quiere ayudar a los Estados Unidos vaya a vender bonos de la guerra y deje a los que entienden hacer torpedos”.

Hedy Lamarr, tenía un problema de conciencia, por la mansión de su marido, el constructor de armamento Fritz Mandl, habían pasado Hitler y Mussolini, y allí había escuchado como se gestaba una guerra mundial y como su marido, conocedor del holocausto que se estaba organizando negoció para él y su mujer Hedy Keisler el status de Ario honorario.  Hedy, después de huir y llegar a América intentó que su invento destinado a acortar la guerra consiguiera aliviar esos remordimientos, pero el ejército no estaba dispuesto a usar el salto de frecuencia en sus torpedos, y por este motivo Hedy se incorporó al grupo de actores que se movilizaron para vender bonos de guerra.

Estrellas de Hollywood como Marlene Dietrich, Greer Garson, Hedy Lamarr, Bette Davis, Rita Hayworth o Carole Lombard, realizaron siete giras llamada “Stars Over America” en más de 300 ciudades y pueblos para promover la venta de Bonos de Guerra. Las cientos de estrellas de Hollywood y Broadway que participaron en las giras superaron sus cuotas asignadas y en total superaron los 830 millones de dólares.

Hedy Lamarr, en una gala para recaudar fondos pedía que los militares que iban a incorporarse al frente se identificaran para ser ovacionados, uno de ellos gritó que él prefería un beso suyo a los aplausos. Hedy le invitó a subir al escenario. Se dirigió al público y les dijo: “¿Vosotros pensáis que este valiente marinero merece un beso mío?¿Si?, Pues si en esta gala se consigue vender bonos por medio millón de dólares, este marinero se llevará al frente un beso mío y todo mi cariño”. El marinero había sido preparado previamente y todo se había orquestado por la calculadora mente de Hedy Lamarr. A pesar de que los organizadores del ejército le dijeron que era una cantidad desproporcionada ya que la gala estaba enfocada a gente más bien humilde y que el objetivo debía ser 100.000 dólares, ella confiaba en que su discurso, el de una europea que había escapado del nazismo, haría el resto. 

Aquel marinero se ganó su beso porque la recaudación en bonos de guerra pasó el millón y medio de dólares. Pero no solo eso, cuando ese mismo día, fue a la gala con la empresarios y gente de clase alta para vender bonos, puso el ejemplo de lo que le había ocurrido horas antes para incentivarlos, y recaudó casi seis millones más.

Hedy Lamarr obtuvo más de 7 millones de dólares en un solo día para el ejército que había rechazado su idea para los torpedos, nadie conseguiría algo igual. En total vendió bonos por más de 25 millones de dólares a pesar de que aún no era ciudadana americana. Además, cada noche que podía iba a la Hollywood Canteen a entretener a las tropas, allí junto a otras estrellas como Bette Davies o Marlene Dietrich se encargaban de todo, desde fregar platos o servir cervezas, hasta bailar con los soldados para quienes estaba reservado en exclusiva el local.

Después de todo esto el gobierno de los Estados Unidos en un desagradecido gesto, se apropió de la patente alegando propiedad de un enemigo extranjero. Había perdido el status que tenían Dietrich o Garbo y Louis B. Mayer, cansado de ser rechazado por Hedy, dejó de darles papeles importantes. Ella asumió esas interpretaciones mientras duró la guerra ya que vio en estas películas con poco argumento una manera más de entretener a las tropas, pero luego se enfrentó a la MGM hasta que consiguió desvincularse y entonces dio el siguiente paso. Decidió ser productora de sus películas.



Hedy Lamarr y Howard Hughes (Hedy Lamarr 3/4)

Cuando Hedy Lamarr llegó a Hollywood huyendo de su marido, no tardó mucho en hacerse un sitio en la industria americana. Había firmado un acuerdo con Louis B. Mayer, y su mujer había propuesto el apellido artístico.

Después de un periodo de adaptación al idioma le bastó un pequeño papel en “Argel” para llamar la atención del mundo del cine. “Fruto dorado”, la catapultó a la fama y En 1940 enlazó tres grandes películas “No puedo vivir sin ti”, “Camarada X” y “Las Chicas de Ziegfeld”. A partir de ahí se convirtió en una estrella. Su imagen marcó tendencia y las actrices querían parecerse a Hedy Lamarr. Pero ella quería ser algo más que una actriz atractiva.

Uno de los pocos que supieron ver en Hedy algo más que un rostro bonito fue el director y excéntrico multimillonario Howard Hughes. Es conocida la relación sentimental que mantuvieron, pero su verdadera conexión se basaba en su amor por la ciencia y la invención.

Hughes admiraba la inteligencia de Hedy y le dio total acceso a sus fábricas y a su equipo de científicos para que la ayudaran a ejecutar cualquiera de sus inventos. Él estaba buscando un diseño de avión más rápido para ofrecérselo al ejército, por lo que pudiera ocurrir ya que Europa estaba en guerra e iba a tardar poco en convertirse en una guerra mundial, y Hedy, en agradecimiento por su confianza y basándose en un estudio que hizo de la aerodinámica de aves y peces, le aconsejó que cambiara la forma y la disposición de las alas en sus aviones. Realmente los nuevos diseños funcionaron y Hughes en agradecimiento le regaló una pequeña versión del equipo que ella tenía en su casa, para la caravana donde se alojaba entre las tomas de sus películas. Su relación no duró mucho porque se basó en una admiración mutua en lugar del amor.

Aprovechando el tiempo entre rodajes Hedy desarrolló junto a George Antheil, el salto de frecuencia con la idea de aplicarlo a los torpedos usados en la II guerra mundial. El ejército se apropió de la idea pero no llegó a usarla hasta muchos años después. Ese invento sentó las bases de la seguridad en dispositivos Wifi, Bluetooth, GPS, teléfonos móviles y tecnología militar. 

El reconocimiento público le llegó muchos años después, cuando ella se había retirado del mundo. 




Hedy Lamarr, una huida a Hollywood (Hedy Lamarr 2/4)

Hedwig Eva Maria Kieser volvió al teatro huyendo del escándalo de la película Éxtasis, y también por ese mismo motivo se casó con un hombre mayor que ella.


Fritz Mandl poseía una industria armamentística y entre sus clientes estaban los nacientes fascismos europeos. Mandl era tremendamente celoso, hasta el punto de intentar hacerse con todas las copias de la película Éxtasis, algo que no logró. Luego prohibió actuar a su mujer, y más tarde hasta salir si no era con él. Ella se refugió en una biblioteca repleta de libros, muchos de ellos relacionados con la profesión de su marido, se sintió atraída por este tema ya que había estudiado ingeniería. Muchas de las dudas que le surgían de sus lecturas las resolvía preguntando a los ingenieros de las fábricas de su marido, algo que su marido también terminó prohibiendo.


Mandl sólo quería tener una guapa anfitriona para sus comidas de negocios en las que se hablaba sobre todo de tecnología militar, un tema que aburriría a cualquiera, pero que atraía a la mente inquieta de Hedwig Eva Maria Kieser, así conoció que armamento se vendía a los ejércitos italianos y alemán, como funcionaba y sobre todo si existía algún defecto o limitación. Ella desde pequeña había sido especialmente inteligente y su padre había alimentado sus ansias de conocimiento. Supo que su marido había desviado sus ahorros a Argentina y que Hitler les había concedido el status de Arios honorarios a su marido y a ella, pero la muerte de su padre y la represión que sufría por parte de su marido la obligó a planificar su huida.


Un día tenían que celebrar una fiesta en su casa, y como era habitual ella se encargó de todo. Entre el servicio contrató a una chica que físicamente, y salvando las distancias, se parecía a ella. Llegado el momento y alegando una jaqueca se disculpó con los invitados y se retiró a descansar acompañada de la joven. Allí consiguió sedar a la chica y cambiar sus papeles. Mientras la sirviente dormía en su cama, ella huía con su ropa y su bicicleta hacia la estación de tren, con una bolsa con sus mejores vestidos y sus joyas y el dinero que había podido ir guardando. Al día siguiente, cuando todo se descubrió, ella estaba camino de París desde donde voló hasta Londres.


En Londres se encontraba buscando actores y actrices europeos Luis B. Mayer, director de una de las más importantes productoras americanas. Cuando se entrevistó con él a éste le impresionó su belleza, pero dudo que el pudoroso mercado americano aceptase a esa chica que había aparecido completamente desnuda en una película, y le ofreció un contrato básico si iba a Estados Unidos, pero ella quería algo más y no lo aceptó. Así pues, vendió todas sus joyas y compró un pasaje de primera para América en el mismo barco en el que viajaba Luis B. Mayer. Durante el trayecto deslumbró a B. Mayer, y cuando desembarcó ya era actriz de la Metro-Goldwyn-Mayer. 


Había nacido Hedy Lamarr.




Extasis, (Ekstase, Gustav Machatý, 1933) (Hedy Lamarr 1/4)

Hedwig Eva Maria Kiesler, conocida como Hedy Lamarr, destacó desde muy pequeña por su inteligencia, antes de la edad de 11 ya dominaba el piano y la danza y podía hablar cuatro idiomas. A los 16 años empezó sus estudios de artes escénicas en la escuela berlinesa del director de cine y teatro Max Reinhardt y lo compatibilizó con estudios de ingeniería 

Desde 1930 probó suerte en el cine alemán con pequeños papeles . Pronto llamó la atención y llegó el primer papel protagonista. La propuesta era una película checa dirigida por Gustav Machatý. Éxtasis fue calificada como drama romántico erótico y fue el primer largometraje no pornográfico en mostrar un desnudo integral de mujer, acompañado de escenas de un orgasmo femenino. 

La película se estrenó comercialmente el 14 de febrero de 1933, pero tuvo muchos problemas por su contenido sexual y provocador, y en muchos países no se llegó a estrenar en principio. El año siguiente la película consiguió una popularidad increíble a raíz de ser presentada a concurso en la segunda edición del Festival de Cine de Venecia.

 
Un cronista de excepción, Michelangelo Antonioni, narró el estreno el 7 de agosto de 1934: “Esa noche se podía escuchar la respiración de los espectadores cautivados, se podía sentir el escalofrío que atravesaba al público”. El cine entonces tenía muchos tabúes y el sexo era uno de ellos, y en la Italia gobernada por la dictadura de Mussolini, la expectación que levantó fue tal, que hasta el Duce le pidió al director de la Mostra que le llevase en avión una copia de la película. Mussolini gozó de un pase en exclusiva y el único comentario que hizo fue que no se podía negar que la actriz era muy bella. La película no se censuró ni se prohibió. El dictador, que se quedó con la copia de la película, años después conocería en persona a la actriz, ya que hizo negocios con el que sería el marido de Hedy, Friedrich Mandl.
 

La actriz no quedó nada contenta con el resultado final. Se sintió engañada por el uso de su desnudo que en principio iba a ser disimulado, y porque el orgasmo que protagoniza no se grabó como tal, sino como escenas de total relajación. Hedy Kiesler presionada por su familia dejó el cine y volvió al teatro para interpretar a Sissi en su Viena natal. Allí, en parte por complacer a su familia y en parte por huir del escándalo de Éxtasis, se casó con Mandl, un empresario de armamento, mayor que ella y uno de los hombres más poderosos de Austria, que la obligó a retirarse de la actuación e intentó comprar, sin éxito, todas las copias de Éxtasis. 

Fue una sorpresa que el festival de Venecia proyectara Éxtasis a concurso, pero el palmarés confirmó que Éxtasis era más que el desnudo que la había hecho polémica y famosa. Machatý fue premiado como el mejor director y el público consideró Éxtasis el mejor filme extranjero. El director del festival, Luciano de Feo, años después, atribuyó a Éxtasis, el empujón definitivo para la supervivencia y el éxito de la Mostra de Venecia.



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