Doris Day, la mujer del “american way of life”

Doris Kapelhoff, nacida en Cincinatti, pero de ascendencia alemana iba para bailarina pero como ocurre en muchas ocasiones, cuando no llevas bien encaminado tu futuro el destino te hace la zancadilla, y en este caso fue literal, un desafortunado mal paso y se acabó la carrera en el baile.

Decidida a dedicarse al espectáculo, un elegante fraseo y una fantástica voz, le abrieron otras puertas, y comenzó a hacer giras por todo el país.

Algún agente, a quien no perdonó, ya la había bautizado como Doris Day, un nombre artístico que ella siempre odió por sonarle a stripper.

La guerra había acabado y el público necesita alegría y buen humor para olvidar, y allí estaba ella. Otra nueva faceta, la de intérprete de musicales empezó a darle fama, y las promociones hicieron que sus canciones sonaran en las radios a lo largo de todo el país. En los dramas románticos se movía perfectamente, y enseguida se le dieron oportunidades en otros registros que supo aprovechar.

Interpretar a Ruth Etting, chica del gánster devenida en rutilante estrella del Music Hall, en "Quiéreme o déjame" en 1955, le hizo subir varios peldaños de golpe en la escalera hacia la fama, y sus escenas con James Cagney como oponente fueron de gran altura.

Un año después vino el espaldarazo definitivo, y lo hizo de la mano de Alfred Hitchcock, para ser la afligida madre de un pequeño secuestrado en "El hombre que sabía demasiado" junto a James Stewart. Incluso en una película de suspense hubo una escusa para que demostrara sus dotes como cantante, con el famoso tema central del filme, “Qué será, será”. A ella no le convencía mucho y dijo: “ésta no pasará a la historia”. Se equivocó, porque esa canción la acompaño durante toda su carrera.

Volvió a mediados de los 50 a un genero con el que se la identificó definitivamente a partir de entonces, las comedias suaves, en las que interpretaba por regla general a una mujer de buen ver que había dejado de ser joven hacía tiempo, pero que a pesar de eso, mantenía una imagen virginal e ingenua. Unos modelitos increíbles que marcaban tendencia y un peinado a prueba de bombas gracias a litros de laca, marcaron tendencia en un gran número de mujeres americanas que querían ser como ella, Doris encarnaba el prototipo del "american way of life", el modo de vida americano.

La actriz lucía espectacular al lado de galanes como Rock Hudson, Clark Gable o Cary Grant, y la taquilla le sonreía. "Juego de pijamas", "Mi marido se divierte", "Enséñame a querer", "Confidencias a medianoche", "No os comáis las margaritas", "pijamas para dos" o "suave como visón", son ejemplos de películas fáciles de ver y de un gran éxito de taquilla. Entre todas esas comedías destaca un drama y una de sus mejores películas "un grito en la niebla".

Cuando la formula de la comedia sencilla caducó, llegó el inevitable declive, que coincidió con la muerte de su tercer marido, Martin Melcher. En él, además de su amor había depositado sus cuentas haciéndole su agente, y para su sorpresa, a su muerte tenía más deudas que fondos. Afortunadamente también le dejó un número de proyectos firmados, entre los que se encontraba un compromiso con televisión que duraría cinco años y que le permitiría una recuperación económica antes de retirarse.

Cuando se retiró a su mansión rodeada de perros y gatos y se convirtió en una activista en defensa de los animales. Su voz, que no la abandonó nunca, le permitió grabar algún disco más antes de fallecer en 2019 a los 97 años de edad.





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