Audrey Hepburn, un espíritu elegante

Se podía decir que a Audrey Hepburn lo de la clase le venía de serie, pero nada más lejos de la realidad. Había nacido un 4 de mayo de 1929 en Bruselas (Bélgica), en el seno de una familia de aristócratas belgas por parte de padre y holandeses por parte de madre. Su nombre era Edda Kathleen Van Heemstra Hepburn-Ruston. Fue educada como tal, recibiendo entre otros estudios de danza, música y arte dramático, y vivía entre Inglaterra, Bélgica y Holanda. Sus padres se separaron cuando ella tenía diez años.

Toda su vida cambió con el inicio de la II Guerra Mundial, un hecho que generaría en ella una sensibilidad especial. Varios de sus familiares más directos murieron en la guerra o sufrieron en campos de concentración. Pasó hambre y vivió lo más crudo de la guerra muy de cerca. 

Cuando terminó la guerra compatibilizó el trabajo de modelo, con el de corista en el teatro y con pequeños papeles en películas de cine. 

En 1952, William Wyler buscaba una cara especial, pero desconocida, para interpretar el papel de una princesa que quería vivir su vida, y se fijo en Audrey Hepburn para protagonizar la película “Vacaciones en Roma” junto a un actor más que contrastado como era Gregory Peck. La actuación como princesa Anna le valió para ganar el Oscar a la mejor actriz y el globo de oro. Había nacido una estrella destinada a ser una de las grandes actrices de la historia, una de las pocas que se convertirían en mitos del cine. 

Gracias al éxito de “vacaciones en Roma” le empezaron a llegar ofertas de los mejores directores Billy Wilder, Stanley Donen, King Vidor, Fred Zimmerman, John Houston o William Wyler, y pudo elegir entre los mejores guiones para protagonizar grandísimas películas como “Sabrina”, “Guerra y Paz”, “Una cara con Ángel”, “Historia de una monja”, “Los que no perdonan”, “La calumnia”, “Desayuno con diamantes”, “Charada” o “My fair lady”. Entre 1953 y 1963 había protagonizado una decena de películas, a cual mejor, y con distintos registros, pasando de la comedia al drama sin ningún problema. Esto la convirtió en una de las actrices más requeridas para todo tipo de papeles. 

Se había casado en 1954 con el actor Mel Ferrer, y en 1960 nació su hijo Sean. En 1963 la actriz decide cambiar su vida y tomarse más tiempo entre rodajes, seleccionando mucho las películas en las que participar. En esta época rueda “Como robar un millón y”, “Sóla en la oscuridad” y “Dos en la carretera” y dedica más tiempo a labores sociales relacionadas con Unicef y sobre todo al cuidado de su hijo. El matrimonio con Mel Ferrer duró hasta 1968 y estuvo muy marcado por los cinco abortos que sufrió Audrey en este periodo. Se volvió a casar con un psicólogo italiano, Andrea Dotti, pero tampoco funcionó, en gran medida por las infidelidades de él. Se divorciaron en 1976. Del matrimonio había nacido el segundo hijo de Audrey, Luca. 

En 1976 vuelve al cine para hacer la que fue su última gran película, “Robin y Marian”, dirigida por Richard Lester y coprotagonizada por Sean Connery. Después, se retiró a un pequeño pueblo suizo, Tolochenaz. 

Nunca dejó de relacionarse con sus amigos, la mayoría pertenecientes al mundo del cine, y en una visita a un rodaje conoció al que sería su tercer marido, con el que vivió el resto de su vida, el actor holandés Bob Wolders. 

En sus últimos años se dedicó activamente a la lucha por la infancia en los países más pobres y fue nombrada embajadora de Unicef, algo de lo que presumía más que de sus películas. En 1993 falleció, víctima de un cáncer de colon, rodeada de sus hijos, su marido y sus exmaridos en el pequeño pueblo suizo al que se retiró. 

Audrey era una de las actrices más queridas de todos los tiempos y recibió todo tipo de reconocimientos en vida y como homenaje. Aunque amaba el cine como pocas y podía presumir de haber ganado Oscar, Globo de Oro, Emmy, Grammy y Tony, presumía de que gracias a ello había podido luchar por los más necesitados. 

Su última interpretación en el cine, fue una breve actuación en “Always” de Steven Spielberg, interpretó a un ángel.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Veronica Lake y el peinado prohibido

Constance Frances Marie Ockelman, tuvo una imagen, que al margen de sus interpretaciones, pasó a la historia del cine. El azul de sus ojos l...