Irene Dunne, la actriz preferida de las mujeres

No tenía la idea de ser actriz y llegó al cine después de una frustrada carrera musical, y no es que no tuviese una gran voz, es que su objetivo era ser cantante de ópera, por ese motivo, cuando no fue aceptada en las pruebas del Metropolitan de Nueva York se paso a la comedia musical de Broadway donde su voz destacaba especialmente.

Al margen de su voz, su cara tenía algo, y pronto un cazatalentos se fijó en ella cuando interpretaba “Magnolia” que luego haría en la versión cinematográfica. Ese algo que tenía hizo que fuese la actriz preferida en los años 30 por las mujeres ya que se identificaban con ella. Su belleza no era arrebatadora como la de otras actrices, más bien su rostro suave y jovial era el de una buena chica.

Debutó en el cine en 1931 con la oscarizada “Cimarron” e Irene consiguió la primera de sus cinco nominaciones a los oscars. Cimarrón fue la primera de una carrera llena de grandes películas e interpretaciones como “La usurpadora” (1932), “La pícara puritana” (1935), “Tu y yo” (1939), “Mi mujer favorita” (1940), “Serenata nostálgica” (1941), “Dos en el cielo” (1943), “Ana y el rey de Siam” (1946) o “Nunca la olvidaré” (1948).

La lista de los directores para la que trabajó es de lo más completa: John M. Stahl, Michael Curtiz, La Cava, M. LeRoy, William Wellman, Clarence Brown, Charles Vidor, George Stevens, John Cromwell y Leo McCarey. Protagonizó melodramas, fue heroína romántica, y se movía a la perfección en los musicales y en la comedia. En “Roberta” junto a Fred y Ginger Rogers puso voz por primera vez a uno de los temas más importantes de la historia de la música “Smoke gets in your eyes”.

La actriz rodó unas cuarenta películas en poco más de veinte años de carrera, retirándose con apenas 50 años cuando prácticamente todas las películas que hacía eran éxitos y contaba con la admiración del público. No quería saber lo que era el fracaso o hacerse mayor ante las cámaras. De hecho, el mantenerse joven era algo que siempre había cuidado. La actriz comentó que su secreto para mantenerse bien era dormir, y por eso cuando alcanzó el estatus de estrella pudo incluir en los contratos de sus películas una cláusula por la que nunca empezaría a trabajar antes de las 10 de la mañana.

Cuando se retiró se dedicó a hacer labores humanitarias. Eisenhower, al que había apoyado en su carrera a la presidencia, la nombró delegada de los Estados Unidos ante la asamblea de las Naciones Unidas.

Murió en 1990, ese año la academia estudiaba darle el Oscar honorífico.



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