Hedy Lamarr

Hedy Lamarr, la actriz que inventó el wifi, nació el 9 de Noviembre de 1914. Considerada como una de las actrices más bellas de Hollywood protagonizó el primer desnudo integral y el primer orgasmo proyectado en un cine comercial. De origen judío, escapó de la alianza de su marido con Hitler con secretos militares que los americanos no quisieron desarrollar y que finalmente se usarían años después en la tecnología inalámbrica que utilizamos en la actualidad. Una premisa guio su vida, saber más, y quedó plasmada en la frase que pronunció en su día: “La esperanza y la curiosidad sobre el futuro me parecían mejores que lo seguro del presente. Lo desconocido siempre fue tan atractivo para mí… y todavía lo es".

 


Hedwig Eva Maria Kiesler, conocida como Hedy Lamarr, destacó desde muy pequeña por su inteligencia. Antes de los once años ya dominaba el piano y la danza, y podía hablar cuatro idiomas. A los 16 años empezó sus estudios de artes escénicas en la escuela berlinesa del director de cine y teatro Max Reinhardt y lo compatibilizó con estudios de ingeniería.

Desde 1930 probó suerte en el cine alemán con pequeños papeles. Pronto llamó la atención y llegó el primer papel protagonista. La propuesta era una película checa dirigida por Gustav Machatý. “Éxtasis” fue calificada como drama romántico erótico y fue el primer largometraje no pornográfico en mostrar un desnudo integral de mujer, acompañado de escenas del primer orgasmo femenino en el cine.


La película se estrenó comercialmente el 14 de febrero de 1933, pero tuvo muchos problemas por su contenido sexual y provocador, y en muchos países no se llegó a estrenar en principio. El año siguiente la película consiguió una popularidad increíble a raíz de ser presentada a concurso en la segunda edición del Festival de Cine de Venecia.

Un cronista de excepción, Michelangelo Antonioni, narró el estreno el 7 de agosto de 1934: “Esa noche se podía escuchar la respiración de los espectadores cautivados, se podía sentir el escalofrío que atravesaba al público”. El cine entonces tenía muchos tabúes y el sexo era uno de ellos, y en la Italia gobernada por la dictadura de Mussolini, la expectación que levantó fue tal, que hasta el Duce le pidió al director de la Mostra que le llevase en avión una copia de la película. Mussolini gozó de un pase en exclusiva y el único comentario que hizo fue, que no se podía negar que la actriz era muy bella. La película no se censuró ni se prohibió. El dictador, que se quedó con la copia de la película, años después conocería en persona a la actriz, ya que hizo negocios con el que sería el marido de Hedy, Friedrich Mandl.

Fue una sorpresa que el festival de Venecia proyectara Éxtasis a concurso, pero el palmarés confirmó que Éxtasis era más que el desnudo que la había hecho polémica y famosa. Machatý fue premiado como el mejor director y el público consideró Éxtasis el mejor filme extranjero.

La actriz no quedó nada contenta con el resultado final. Se sintió engañada por el uso de su desnudo que en principio iba a ser disimulado, y porque el orgasmo que protagonizó no se grabó como tal, sino como escenas de total relajación.

Hedy Kiesler presionada por su familia dejó el cine y volvió al teatro para interpretar a Sissi en su Viena natal, huyendo del escándalo de la película Éxtasis. También por ese mismo motivo se casó con un hombre mayor que ella, Fritz Mandl, uno de los hombres más poderosos de Austria.

Fritz Mandl poseía una industria armamentística y entre sus clientes estaban los nacientes fascismos europeos. Mandl era tremendamente celoso, hasta el punto de intentar hacerse con todas las copias de la película Éxtasis, algo que no logró. Luego prohibió actuar a su mujer, y más tarde hasta salir si no era con él. Ella se refugió en la biblioteca del palacio en el que vivía, repleta de libros en su mayoría relacionados con la profesión de su marido, el armamento, pero en contra de lo que se pudiera esperar, Hedy se sintió atraída por este tema ya que había estudiado ingeniería. Muchas de las dudas que le surgían de sus lecturas las resolvía preguntando a los ingenieros de las fábricas de su marido, algo que su marido también terminó prohibiendo.

Mandl sólo quería tener una guapa anfitriona para sus comidas de negocios en las que se hablaba sobre todo de tecnología militar, un tema que aburriría a cualquiera, pero que atraía a la mente inquieta de Hedwig Eva Maria Kieser, así conoció que armamento se vendía a los ejércitos italianos y alemán, como funcionaba y sobre todo si existía algún defecto o limitación. Ella desde pequeña había sido especialmente inteligente y su padre había alimentado sus ansias de conocimiento.

Hedy, de origen judío, supo que su marido había desviado sus ahorros a Argentina y que Hitler por sus servicios como suministrador de armas, les había concedido el status de Arios honorarios a su marido y a ella, pero la muerte de su padre y la represión que sufría por parte de su marido la obligó a planificar su huida.



Un día tenían que celebrar una fiesta en su casa, y como era habitual, ella se encargó de todo. Entre el servicio contrató a una chica que físicamente, y salvando las distancias, se parecía a ella. Llegado el momento y alegando una jaqueca se disculpó con los invitados y se retiró a descansar acompañada de la joven. Allí consiguió sedar a la chica y cambiar sus papeles. Mientras la joven sirvienta dormía en su cama, ella huía con su ropa y su bicicleta hacia la estación de tren, con una bolsa con sus mejores vestidos, sus joyas y el dinero que había podido ir guardando. Al día siguiente, cuando todo se descubrió, ella estaba camino de París desde donde voló hasta Londres.


En Londres se encontraba buscando actores y actrices europeos Luis B. Mayer, director de una de las más importantes productoras americanas. Cuando se entrevistó con él, a éste le impresionó su belleza, pero dudo que el pudoroso mercado americano aceptase a esa chica que había aparecido completamente desnuda en una película, y le ofreció un contrato básico si iba a Estados Unidos.

Ella quería algo más y no aceptó la propuesta de Mayer, pero no iba a renunciar al sueño de ser actriz, así pues, vendió todas sus joyas y compró un pasaje de primera para América en el mismo barco en el que viajaba Luis B. Mayer. Durante el trayecto deslumbró a B. Mayer, y cuando desembarcó ya era actriz de la Metro-Goldwyn-Mayer.

Había nacido Hedy Lamarr.

Cuando Hedy Lamarr llegó a Hollywood huyendo de su marido, no tardó mucho en hacerse un sitio en la industria americana. Había firmado un acuerdo con Louis B. Mayer, y su mujer había propuesto el apellido artístico.

Después de un periodo de adaptación al idioma le bastó un pequeño papel en “Argel” para llamar la atención del mundo del cine. “Fruto dorado”, la catapultó a la fama y En 1940 enlazó tres grandes películas “No puedo vivir sin ti”, “Camarada X” y “Las Chicas de Ziegfeld”. A partir de ahí se convirtió en una estrella. Su imagen marcó tendencia y las actrices querían parecerse a Hedy Lamarr. Pero ella quería ser algo más que una actriz atractiva.

Uno de los pocos que supieron ver en Hedy algo más que un rostro bonito fue el director y excéntrico multimillonario Howard Hughes. Es conocida la relación sentimental que mantuvieron, pero su verdadera conexión se basaba en su amor por la ciencia y la invención.

Hughes admiraba la inteligencia de Hedy y le dio total acceso a sus fábricas y a su equipo de científicos para que la ayudaran a ejecutar cualquiera de sus inventos. Él estaba buscando un diseño de avión más rápido para ofrecérselo al ejército, por lo que pudiera ocurrir, ya que Europa estaba en guerra e iba a tardar poco en convertirse en una guerra mundial, y Hedy, en agradecimiento por su confianza y basándose en un estudio que hizo de la aerodinámica de aves y peces, le aconsejó que cambiara la forma y la disposición de las alas en sus aviones. Realmente los nuevos diseños funcionaron y Hughes en agradecimiento le regaló una pequeña versión del equipo científico que ella tenía en su casa, para la caravana donde se alojaba durante los rodajes de sus películas. Su relación no duró mucho porque se basó en una admiración mutua en lugar del amor.

En una fiesta Hedy conoció A George Antheil, un pianista que había creado un sistema para tocar varios pianos a la vez gracias a que había desarrollado un método para sincronizarlos. Este tema llamó la atención de Hedy que basándose en el sistema de sincronización de Antheil consiguió crear el salto de frecuencia con la idea de aplicarlo a los torpedos usados en la II guerra mundial.

Hedy Lamarr y George Antheil, después de pasar por el consejo de inventores patentaron el invento. El mismo presidente del consejo aconsejó la aplicación de este invento al ejército de los Estados Unidos. Cuando Antheil, amigo de un militar de alto rango consiguió entrevistarse con la marina, la respuesta fue que dudaban que algo así se pudiera integrar en un torpedo. Ante esta respuesta la actriz utilizó su imagen para conseguir una nueva entrevista e intentar convencer al ejército del uso del salto de frecuencia en los torpedos. La respuesta fue, que ni ellos, ni los militares que lo usaran confiaban en el invento de una mujer y terminaron con un consejo: “Señorita, si quiere ayudar a los Estados Unidos vaya a vender bonos de la guerra y deje a los que entienden hacer torpedos”.

El ejército se apropió de la idea pero no llegó a usarla hasta muchos años después. Ese invento sentó las bases de la seguridad en dispositivos Wifi, Bluetooth, GPS, teléfonos móviles y tecnología militar.

El reconocimiento público le llegó muchos años después, cuando ella se había retirado del mundo.

Hedy Lamarr, tenía un problema de conciencia. Por la mansión de su marido, el constructor de armamento Fritz Mandl, habían pasado Hitler y Mussolini, y allí había escuchado como se gestaba una guerra mundial y como su marido, conocedor del holocausto que se estaba organizando negoció para él y su mujer el status de arios honorarios que les evitaría la suerte que corrieron millones de judíos. Después de huir y llegar a América intentó que su invento destinado a acortar la guerra consiguiera aliviar esos remordimientos, pero el ejército no estaba dispuesto a usar el salto de frecuencia en sus torpedos, y por este motivo Hedy se incorporó al grupo de actores que se movilizaron para vender bonos de guerra.


Estrellas de Hollywood como Marlene Dietrich, Greer Garson, Hedy Lamarr, Bette Davis, Rita Hayworth o Carole Lombard, realizaron siete giras llamada “Stars Over America” en más de 300 ciudades y pueblos para promover la venta de Bonos de Guerra. Las cientos de estrellas de Hollywood y Broadway que participaron en las giras superaron sus cuotas asignadas y en total superaron los 830 millones de dólares.

Hedy Lamarr, en una gala para recaudar fondos pedía que los militares que iban a incorporarse al frente se identificaran para ser ovacionados, uno de ellos gritó que él prefería un beso suyo a los aplausos. Hedy le invitó a subir al escenario. Se dirigió al público y les dijo: “¿Vosotros pensáis que este valiente marinero merece un beso mío?¿Si?, Pues si en esta gala se consigue vender bonos por medio millón de dólares, este marinero se llevará al frente un beso mío y todo mi cariño”. El marinero había sido preparado previamente y todo se había orquestado por la calculadora mente de Hedy Lamarr. A pesar de que los organizadores del ejército le dijeron que era una cantidad desproporcionada ya que la gala estaba enfocada a gente más bien humilde y que el objetivo debía ser 100.000 dólares, ella confiaba en que su discurso, el de una europea que había escapado del nazismo, haría el resto.

Aquel marinero se ganó su beso porque la recaudación en bonos de guerra pasó el millón y medio de dólares. Pero no solo eso, cuando ese mismo día, fue a la gala con la empresarios y gente de clase alta para vender bonos, puso el ejemplo de lo que le había ocurrido horas antes para incentivarlos, y recaudó casi seis millones más.

Hedy Lamarr obtuvo más de 7 millones de dólares en un solo día para el ejército que había rechazado su idea para los torpedos, nadie conseguiría algo igual. En total vendió bonos por más de 25 millones de dólares a pesar de que aún no era ciudadana americana. Además, cada noche que podía iba a la Hollywood Canteen a entretener a las tropas, allí junto a otras estrellas como Bette Davies o Marlene Dietrich se encargaban de todo, desde fregar platos o servir cervezas, hasta bailar con los soldados para quienes estaba reservado en exclusiva el local.

Después de todo esto, el gobierno de los Estados Unidos, en un desagradecido gesto, se apropió de la patente alegando propiedad de un enemigo extranjero. Había perdido el status que tenían Dietrich o Garbo y Louis B. Mayer, cansado de ser rechazado por Hedy, dejó de darles papeles importantes. Ella asumió esas interpretaciones mientras duró la guerra ya que vio en estas películas con poco argumento una manera más de entretener a las tropas, pero luego se enfrentó a la MGM hasta que consiguió desvincularse y entonces dio el siguiente paso. Decidió ser productora de sus películas, algo que no cayó muy bien en las productoras ya que podía suponer el fin del monopolio de los estudios en la producción de cine.


Finalmente la Paramount le hizo una oferta y firmó para rodar las que serían sus últimas películas entre las que destaca “Sansón y Dalilah”, posiblemente la más famosa de las que rodase en su carrera.   

En el aspecto personal, su vida fue bastante desafortunada. La actriz se casó en seis ocasiones, divorciándose otras tantas veces, teniendo tres hijos.

En los últimos años de su vida decidió recluirse en su mansión de Miami aislada del mundo que no había reconocido su intelecto y sus inventos.


Cuando finalmente llegó el reconocimiento en forma del premio más importante que se le puede conceder a un inventor, el Pionner Award, ella se limitó a decir, “ya era hora”.

El día 19 de Enero del 2000 falleció Hedwig Eva Maria Kiesler, Hedy Lamarr, a los 85 años de edad. Sus cenizas se depositaron en los bosques de Viena próximos a donde vivió su infancia, y en el memorial que se creó en su honor en la capital austriaca. En la actualidad el día 9 de Noviembre es el día del inventor en su honor.



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